Enseñanzas de Meishu Sama: Vencer al mal en sí mismo

Ya escribí anteriormente que es necesario no dejarse derrotar por los hombres malos. Ahora hablaré sobre la necesidad de vencer el mal en sí mismo.

Siempre que existe un deseo exagerado de dinero, mujeres, poder, honores, o cualquier otro apetito del ego inferior, se traba en el interior de cada individuo una batalla exacerbada entre la virtud y la vileza. Por un lado, el hombre sabe que, además de ser cauteloso para no sufrir consecuencias desastrosas, debe proporcionar alegría y felicidad a los otros; y, por el otro, tiene deseos de satisfacer todo lo que le apetece. He ahí la imagen exacta del homo sapiens: un ser en lucha continua entres dos fuerzas opuestas.

Cuando el Mal triunfa, genera pecado e infelicidad; la victoria del Bien trae satisfacción y alegría. Esos conceptos son muy claros; pero quien no tiene fe, difícilmente  consigue ponerlos en práctica. Al contrario, aquel que cree raras veces se deja vencer por los instintos malévolos, aunque sepa que se trata de una lucha interminable.

Se hace también muy evidente, a partir de la constatación de la realización de actos ilícitos, que instigar a las personas a la práctica de maldades es función propia del espíritu secundario, en tanto inducir a la virtud corresponde al papel específico del Protector. Por encima de ambos, con todo, se encuentra la partícula divina que comanda el Bien Absoluto.

Entonces, para derrotar radicalmente las perversidades, es necesario intensificar el poder del espíritu primordial de cada ser humano. Para ello, todos deben perfeccionar su fe, haciéndola inquebrantable. Sólo de esa manera podrán alcanzar la verdadera felicidad.

Extracto del Libro: Meishu Sama, volumen II – Sabedoria- pág. 129 (versión portugués)