Enseñanzas de Meishu Sama: Importancia de las funciones orgánicas

Algunas veces ya reflexioné sobre errores irreparables causados por el uso de medicamentos. Por otra parte, es también de suma importancia no perder de vista los daños devenidos de una alimentación inadecuada.

He hablado, en varias ocasiones, sobre la inconveniencia de las proteínas animales, especialmente en caso de enfermedades graves como, por ejemplo, la tuberculosis. Van mucho más allá, sin embargo, los errores de las dietas modernas. Lo peor de ellas, a mi modo de ver, consiste en la preocupación exagerada por las variedades alimenticias en detrimento de la valorización de las funciones orgánicas, las que intervienen, de hecho, directamente en la nutrición.

Veamos, entonces, lo absurdo de la idea  de que los complejos vitamínicos son indispensables para suplir las carencias del organismo. En verdad, la defensa de tal principio significa ignorar totalmente la facultad natural de las funciones orgánicas. Éstas producen suficientes vitaminas, carbohidratos, proteínas, aminoácidos, glicógeno, grasas o cualesquiera otras sustancias necesarias al pleno suplemento del organismo. Aunque un alimento no contenga vitamina alguna, por medio de una actividad alquímica, los órganos responsables por la nutrición, tienen la capacidad de realizar determinados procesos transformando cualquier nutriente en la cantidad de vitaminas de las que el cuerpo necesita.

Es por ello que dietas balanceadas, características de las superalimentaciones, producen en el organismo un efecto contrario, es decir, cuanto más exagerados fueren los recursos nutritivos, el cuerpo más se debilitará. De modo análogo, la carencia de vitaminas es directamente proporcional a la cantidad de ellas, ingeridas por la persona.

De hecho, al exponer mis ideas, sólo estoy queriendo mostrar que al consumir nutrientes en cantidad exagerada, la función natural de los órganos retrocede, esto es, su actividad normal cesa por falta de uso.

Estoy, por lo tanto, queriendo mostrar claramente a todos que la fuerza vital del ser humano es generada por la actividad de las funciones orgánicas. En otras palabras, el laborioso y complejo proceso mediante el cual el organismo transforma los alimentos, volviéndolos completos, es lo que da origen a la vitalidad humana.

Extracto del Libro: Meishu Sama, Mistério da Grande Natureza, pág. 31 (versión en portugués)