Enseñanzas de Meishu Sama: La misión del arte

Todas las obras de la creación de Dios buscan el bien de la humanidad. Ejercen, por eso, una misión celestial. Naturalmente, el arte no constituye una excepción. Por eso, el artista debería tomar conciencia de su papel y desempeñarlo con perfección, contribuyendo, de esa manera, al establecimiento de una mejor sociedad.
No es, sin embargo, lo que ocurre. Quedo atónito al observar la actitud de los artistas en general. Existen, con certeza, muchos entre ellos excelentes; la mayoría, con todo, se olvida de su verdadera misión, o simplemente no la toma en cuenta. Considerándose criaturas especiales, creen que la vivificación de su sensibilidad es expresión de individualismo, o de genio. Pensando así, actúan como mejor entienden, sin el menor discernimiento. La sociedad, a su vez, los trata como seres especiales y les tolera casi todo, lo que los vuelve cada vez más vanidosos. Ese comportamiento social les impide tener las más elevadas cualidades espirituales, característica que debería ser natural en la personalidad del verdadero artista.

 

Extracto del Libro: Meishu Sama. Evangelho do Céu  volumen III – Reino Divino – p. 175